Pocas veces la innovación y las nuevas tecnologías han merecido tanta atención mediática y social como ahora, catapultadas por la velocidad de la transformación digital. Un hecho es parte indisociable de nuestra actividad personal y profesional en cualquier lugar del mundo gracias a la universalización de dispositivos y aplicaciones móviles. Todos los sectores e industrias son hoy digitales o susceptibles de serlo, desde los bancos a las fábricas, los servicios públicos, el transporte y las granjas agrícolas.

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Hay trabajos del futuro que aún no existen y algunos actuales que desaparecerán. No es nuevo a lo largo de la historia: el cine sonoro desterró a los pianistas que amenizaban las sesiones de cine mudo a principios del siglo XX, los conductores de coches de caballos se enfrentaron a la llegada del automóvil y pocos recuerdan ya a los ascensoristas de los primeros rascacielos. El esfuerzo de anticiparse y adaptarse dio a muchos la oportunidad de reinventarse para sobrevivir. Como contraste, dos de los tres mejores trabajos en Estados Unidos actualmente son científico de datos y arquitecto de soluciones informáticas según Glassdoor, portal americano de búsqueda de empleo. La demanda de estos profesionales crece siete veces más que la del sector TIC, ya por sí mismo en auge -en la Unión Europea ha aumentado un millón de puestos en los últimos tres años y la brecha se estima en un millón más sin cubrir para 2020-.

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La velocidad de adopción de los cambios tecnológicos es exponencial: la llamada “Cuarta Revolución Industrial”, donde las fronteras entre lo real y lo digital se diluyen, se ha instalado rápidamente en nuestras vidas. La Tercera Revolución de la computación a mediados del siglo XX necesitó varias décadas para pasar de los centros de datos a los hogares.

En este nuevo mundo, ciertos factores cobran una importancia especial y constituyen los ingredientes del talento digital:

  • La “cultura del cliente” es el cimiento de empresa moderna. Los clientes y consumidores tienen un poder sin precedentes gracias a las redes sociales y los dispositivos móviles. Ganar fans cuesta mucho esfuerzo y dinero, perderlos puede producirse en segundos ante los ojos del mundo entero.
  • La colaboración es el eje vertebral de productividad y competitividad: conexiones mejores y más efectivas entre personas que comparten trabajo -muchas veces en modo proyecto- desde distintos lugares, con conectividad constante y a través de todo tipo de dispositivos, con uso de herramientas de productividad modernas y sociales que dan a todos los empleados y colaboradores de la empresa una gran capacidad de decisión inteligente e informada. La diversidad en todos sus aspectos se integra, potencia y da lo mejor de sí mismo.
  • El cambio es constante. Nuevos competidores no previstos entran en sectores altamente blindados en el pasado y que hoy encuentran en la tecnología la llave para cambiar las reglas del juego con innovación y experiencias de cliente sorprendentes, ya presentes en el mundo de la banca, el transporte, el comercio o el entretenimiento.
  • Por último y quizás el germen de todos ellos, la curiosidad y su efecto, el aprendizaje. Es la semilla de la creatividad y de la innovación desde el principio de los tiempos, del crecimiento del talento individual y colectivo.

Pilar Torres, Directora de Operaciones y Marketing de Microsoft y profesora de ICEMD, El Instituto de la Economía Digital de ESIC

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